lunes, 28 de diciembre de 2009
El funeral en Valdivia
El Principe de Gales envía condolencia y corona
Los primeros telegramas desde Santiago
Moneda 1°
"Mi profunda pesar por desgracia que cuesta tantas vidas y que seguramente dejará muchos huérfanos. Encarezco la mayor prontitud y esmero enla atención de la familias enlutadas".
(Firmado) Carlos Ibañez del Campo.
La figura de un heroe: David Otay
En medio de la desesperación del momento, como en las leyendas de la antigüedad, surge un héroe que hasta hoy permanece en el más oscuro de los anónimos. Sin temer a nada y olvidando que la conservación de la especie es innata en el individuo, se arroja con un bote y trata de salvar a los que yacen en la desesperación y logra, mediante su valor y su esfuerzo de asistir a 6 músicos que se debatían entre las aguas, sin lograr encontrar una tabla de salvación.
El héroe que sn ayuda de nadie le cupo salvar a 6 de los miembros de la banda, se llamaba DAVID OTAY, de profesión pintor, hombre modesto, sin más recursos que su energía y su alt espíritu, ignorado de todos. Este servidor pasa desde aquel entonces a ocupar un puesto que solo les está reservado a los que en una u otra esfera exponen su vida en bien de la colectividad.
Los músicos sobrevivientes del Regimiento Caupolicán y sus compañeros de armas del mismo Regimiento, iniciaron una colecta para premiar a este héroe, por la magna hazaña de salvar a seis de sus compañeros.
Músicos fallecidos
La "Moewe"
Propietario de esta lancha era don Egon Balduino Martin, quien la destinaba, po rlo general, para efectuar exucrsiones y paseos lacustres. Constantemente navegaba entre Puerto Octay y Centinela, conduciendo grupos de turistas.
Su capacidad era de 20 personas cómodamente instaladas, con un motor que le daba una velocidad de hasta 25 millas por hora. Esta embarcación navegó hasta el 28 de febrero de 1931, fecha en que un trágico accidente la dejó inutilizada y naufragada.
Maquinista de esta embarcación era don Sofanor Aguila.
El vapor "Chile"
El propietario de este barco era con Cristino Haase, quien encargó su construcción a los astilleros Behrens, de Valdivia, pero siendo armado en la localidad de Los Bajos. El casto era totalmente de fierro, de una capacidad de 120 toneladas y sus máquinas tenían una potencia de 200 H.P.
Fue lanzado al agua el 2 de mayo de 1912 y pocos días después remolcado por el "Santa Rosa" hacia Puerto Varas cn el objeto de embarcar lasmáquinas y caldera que llegaban por ferrocarril. Estas habían sido importadas de Alemania y eran de alta precisión. El traslado, desde la estación de ferrocarriles al barco demoró 2 días. Concluida esta faena, nuevamente hubo de ser remolcado hasta PUerto Octay, lugar donde se dio término a la colocación de las máquinas y resto de la construcción. Su andar era de 10 millas.
El viaje de inauguración se efectuó el 12 de julio de 1912, siendo su primer capitán don Luis Haase y el piloto don Antonio Aguila.
El "Chile" era un vapor magnífico, el mejor que navegó en el lago, de mucha comodidad y capacidad. Se mantuvo en servicio, sin interrupción hasta el año 1954. Habían pasado más de 40 años de navegación, por lo que hubo que hacerle reparaciones mayores en el casco y en las máquinas. Permaneció varado en la playa de Puerto Octay por algunos años hasta que su dueño, don Cristino Haase, lo vendió a don Domingo Kauak, de Osorno, quien lo desguasó y vendió como fierro viejo.
Reseña histórica
Su visita motivó que las autoridades de la época quisieran agasajarlos con una serie de actividades, por lo que por disposición del alto mando del Ejército de la época, la Banda del Regimiento Caupolicán de Valdivia, deleitara con sus melodías a tan selecta comitiva.
Sin embargo, debido al carácter apático del príncipe, muchos de los actos que se tenían preparados por la comisión organizadora no se pudieron realizar, suspendiéndose antes de lo previsto, a tal punto de que el príncipe tampoco se encontraba en su estado de salud etílico normal debido a bebidas que había consumido durante su viaje. Esto motivó que los músicos tuvieran que regresar a Puerto Octay, mientras que el príncipe fue directamente a la casona, que años mas tarde sería el Hotel Centinela.
En aquellos años, solo existía la posibilidad de hacerlo vía lacustre, por tal razón se tomó contacto con el capitán del vapor Chile, para que éste adelantase la hora de zarpe para recogerlos en la Península Centinela.
Lamentablemente, el vapor se encontraba sin leña y sus calderas no tenían la presión suficiente para poder zarpar de inmediato, y los músicos, al ver que demoraba la llegada del vapor, e impacientes por regresar a la ciudad de origen, se dieron cuenta que en el muelle estaba atracada la lancha Moewe, la que tenía una capacidad máxima de 20 pasajeros.
Esta lancha era de propiedad de Egon Balduino Martin, y desarrollaba una velocidad máxima de 25 millas por hora, encontrándose en excelente estado de seguridad.
Los músicos se acercaron al patrón de la lancha y le solicitaron que los llevara hasta Puerto Octay. el capitán de la Moewe, gustoso accedió a tal petición, sin embargo, el destino quiso confabularse contra ellos ya que en ese mismo momento zarpaba desde Puerto Octay el vapor Chile.
En cubierta, los músicos reían y recordaban jocosamente las duras actividades durante el día, otros descansaban y disfrutaban del silencio y relajo, y entonaban melodías con sus instrumentos.
Serían aproximadamente las 22 horas de esa oscura noche de verano, navegando la Moewe más o menos a una milla de Puerto Octay, y el "Chile" viajando en dirección contraria, o sea, dirigiéndose hacia Centinela, los pasajeros de la lancha fueron encandilados con las potentes luces del reflector del vapor, el que hacía uso de éste para orientarse en la oscuridad, sin percatarse de la presencia y cercanía de la lancha. A causa de esto el piloto de la Moewe perdió la noción de la ruta, atravesándose delante del vapor, cuando de pronto estruendoso ruido se escuchó, ambas naves habían chocado !!
Fue tan fuerte el impacto que el vapor Chile partió por la mitad a la frágil lancha Moewe, lanzando a los músicos al agua. En forma desesperada y percatándose de la colisión de salvataje, los tripulantes del vapor proceden a lanzar los botes salvavidas y demás elementos de salvataje, al mismo tiempo el capitán ordena marcha atrás.
Pero lamentablemente con esta maniobra sólo fue empeorada aún más la caótica situación. La hélice del vapor succiona los cuerpos de los músicos los cuales perecieron despedazados por la infortunada maniobra, tratan de nadar hacia la orilla pero debido al pánico que se apoderó de ellos, lo hicieron en dirección equivocada y sus fuerzas se agotaron siendo atrapados por las frías aguas del Lago Llanquihue. Aunque unos pocos son rescatados por embarcaciones y otros logran ponerse a salvo llegando a la orilla totalmente agotados y choqueados por la desgracia ocurrida.
Después de hora de trabajo y cuando llegó la luz del día, vino el recuento de lo ocurrido. Trece hombres habían desaparecido aquella noche, 12 de ellos músicos del Regimiento Caupolicán, además del capitán de la lancha. Las patrullas de rescates y buzos, sólo lograron recuperar algunos cuerpos sin vida, otros según cuentan en Puerto Octay, aún yacen en las profundidas del lago.